Recuerdo vagamente unas navidades en las que mi padre nos llevó a mis hermanos y a mí a la cabalgata de reyes de la pedanía que terminaba en Pusol, y recuerdo perfectamente que el rey Gaspar me lanzó desde su trono una pelota verde hinchable.

Pusol siempre ha estado en mi vida como un lugar de otra época, lo cual es cierto. Cuando venía de pequeña con mi padre era como descubrir un mundo nuevo de artilugios y tesoros viejos, como viajar en una máquina del tiempo. Me parece curioso que algo viejo para muchas personas, ya sea por ejemplo una azada, sea algo nuevo y novedoso para otros, algo que acaban de descubrir. Lo que más me gustaban eran las explicaciones que mi padre me hacía para comprender todo lo que allí había. De esto trata ese museo, de que nuestros mayores nos cuenten su historia.

Cuando tuve la oportunidad de poder hacer unas prácticas en este sitio, no lo pensé dos veces y mandé la solicitud. Estando aquí ya varias semanas comprendes que un lugar así hace que la magia del pasado siga estando viva y, sobre todo, el pasado de nuestras costumbres ilicitanas. A medida que vas madurando te interesas más por el pasado de tu gente, por ejemplo, ahora cuando visito a mi abuela lo que más me gusta es tener conversaciones con ella de cómo vivía en el pueblo, esas historias son alucinantes.

Espero que aquellas personitas a las que les gusta viajar en el tiempo vengan a este museo y disfruten de su ambiente nostálgico.

Autora: Cristina Aguilar Quiñones, estudiante Comunicación Audiovisual en la UMH y alumna en prácticas del Museo Escolar.